Flia Sasaki, produce en Monte Grande, sin fertilizantes ni pesticidas, arroz con muy buenos rendimientos; fue premio LA NACION a la Excelencia Agropecuaria como "mejor horticultor 2004"

A sólo 32 kilómetros de la Capital Federal, Alejandro Sasaki, de 41 años, nacido en Paraguay, pero desde los dos años radicado en el país, produce 80 toneladas de arroz con muy buenos rendimientos en forma natural, sin ningún agregado de agroquímicos. Además, este productor hijo de japoneses cosecha 30 toneladas anuales de hasta sesenta variedades de hortalizas anuales locales y otras japonesas, todas orgánicas. Y en el rubro agroindustrial elabora salsa, pasta y queso de soja, también ecológicos.
Todo lo realiza en 40 hectáreas, la mayoría propias que la empresa familiar tiene en la zona rural de la localidad de Monte Grande, en el partido bonaerense de Esteban Echeverría.
Fueron todas estas características condición suficiente para obtener en 2004 el premio a la Excelencia Agropecuaria como «mejor horticultor», instituido por LA NACION.
Comercializa sus productos «por pedido» y del reparto se encarga una empresa distribuidora que retira la mercadería del establecimiento, aunque al principio, Sasaki distribuía sus productos «puerta a puerta», servicio que debió suspender por los costos que se hacían elevados.
La empresa fija el precio independientemente del mercado y lo intenta mantener constante durante todo el año, a pedido de los clientes. Si bien dice que es difícil calcular la facturación, estima con prudencia que el resultado económico «alcanza para vivir», dijo a LA NACION en un alto de su tarea diaria.
Para el futuro este empresario tiene en mente industrializar con destino a exportación toda la producción de hortalizas, que seguirá produciendo como materia prima. «Hay un mercado interesante, pero por el momento la demanda interna nos absorbe toda la cosecha. Ya estamos ensayando encurtidos de hortalizas (pickles) orgánicos aunque por ahora, sólo en forma experimental y no comercial», apuntó.
Historia
Sasaki nació en Paraguay en julio de 1964. Dos años después vino a la Argentina con su familia y se radicaron en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, hasta 1976. Desde entonces vive en Monte Grande.
Aprendió el oficio de su padre (de nombre Ryozo, fallecido hace dos años), que desde que había llegado al país se dedicó a la floricultura. «Pero como esta actividad no era tan rentable y además necesitaba una gran cantidad de pesticida que ya nos afectaba la salud, a partir de 1978 dejamos las flores y comenzamos a producir arroz y hortalizas», señaló.
«Entonces nos fuimos volcando a un cultivo ecológico y desde 1988 adoptamos la agricultura natural bajo la certificación MOA (Mokichi Okada Association)», dijo el productor.
Explicó que el filósofo japonés Okada (1882-1955) demostró que se podía cultivar sin pesticidas, con beneficio para la salud humana y el cuidado del suelo. «Para nosotros fue un desafío, y así llegamos a la actualidad, sin utilizar agroquímico alguno y ofrecer a los consumidores alimentos saludables y a la vez nutritivos». No obstante, reconoció que en esta transformación «más que dinero, hubo que invertir tiempo y se afectó la parte rentable porque al principio cayó la producción».
En materia de capacitación, estudió hasta tercer año en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata y durante un año en Japón con una beca de la Facultad de Agricultura Natural de Shizuoka.
Desde 1992 la empresa familiar se denomina Sasaki Noosan (esta palabra en japonés significa producto agropecuario) SRL, que integra con tres hermanos. Alejandro es socio gerente junto con uno de ellos. El staff lo completan dos empleados.
La empresa integra el Grupo MOA que en el país está inscripta en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) como agencia certificadora de productos ecológicos.
Sasaki vive allí mismo con su esposa Fabiana, que mucho colabora con él en las labores productivas, y sus dos hijas, Verónica, de 13 años, y Florencia, de 8, que estudian en la localidad vecina de Longchamps y a las que hay que llevarlas a la escuela todos los días. Habitan un chalet rodeado de un colorido jardín de estilo japonés, frente al establecimiento.
Mecanización
La empresa está totalmente mecanizada: tiene desmalezadoras, sembradoras y cosechadoras, que guarda en un galpón próximo a la vivienda.
Muy cerca, hay un depósito para empaque de mercadería; una cámara frigorífica y una bodega donde se fermentan los productos derivados de la soja: la salsa (shoyu), condimento en pasta (miso) y queso (tofu). Para ello adquiere soja orgánica certificada.
Tiene un molino con máquinas que importó de Japón para secar, pelar y pulir arroz y una clasificadora de granos diseñada por él y fabricada en una planta industrial de San Salvador, Entre Ríos.
Ya en el campo están las distintas parcelas con lechugas, repollos, zapallos, puerros, remolachas, cebollas de verdeo y papas…; otras con hortalizas orientales como bardana, hakusai, nira, pepino, nabo, negi, shiso, pack-choi y satoimo.
El arroz aún no germinó porque está apenas sembrado. Para regar esas diez hectáreas tiene un equipo que el mismo Sasaki y su gente montaron y que se nutre de agua de perforaciones de 65 metros, propulsadas por siete bombas sumergidas.
También hay una hectárea de trigo a punto de madurar con doble propósito: el grano se usa en la elaboración de la salsa de soja, y el rastrojo queda como «abono verde».
En un cuarto de hectárea se producen semillas. «Este es un punto fundamental en la agricultura natural, que también exige certificación de semilla no tratada con fungicidas. Como convencionalmente las semillas que venden los comercios del ramo están tratadas con productos químicos, nosotros mismos tenemos que obtenerlas», explicó el horticultor.
Y en los invernaderos para proteger cultivos crecen tomates, pimientos, pepinos, chauchas, etcétera.
-¿Cómo se protege sin agroquímicos un cultivo del ataque de insectos y enfermedades?
-Lo más importante es el equilibrio y el balance del suelo. Los insectos vienen a consumir el exceso de nutrientes que tiene la planta. La calidad del suelo la observamos en el comportamiento de las plantas: cuando un verde es oscuro es porque hay nitrógeno de más. Pero sólo hay exceso si uno aplica nitrógeno.
-¿Y cómo se le devuelve al suelo los nutrientes naturales que pierde con los cultivos?
-Hay que mantener la materia orgánica del suelo y para eso se hace rotación de cultivos, se nutre la tierra con abonos verdes en los mismos lotes y se aplica el compost que hacemos con desechos de los cultivos.
«Con la agricultura natural lo que hacemos es mejorar la estructura física del suelo», concluyó Sasaki.
Buenos rendimientos de arroz cerca de la Capital
Alejandro Sasaki obtiene sin agroquímicos 8000 kilos por hectárea de la especie «japónica»
«Mi padre siempre había tenido el sueño de llegar a cultivar arroz en América del Sur. Doce años después de radicarnos en la Argentina comenzamos con pequeños ensayos, si bien sabíamos que esta no era una zona arrocera tradicional», recordó Alejandro Sasaki, socio gerente de Sasaki Noosan SRL.
El horticultor agregó que al principio surgieron dificultades que se fueron corrigiendo para producir arroz con certificación MOA, libre de agroquímicos.
«Adaptar la semilla a esta zona, que por el clima no es arrocera, fue lo que más tiempo nos llevó. Encontramos la variedad y la fuimos mejorando hasta que al cabo de unos tres años lo logramos: comenzamos a producir este cereal, siendo nosotros los que estamos con este cultivo más cerca de la Capital Federal», explicó.
Recordó que si bien el rendimiento, que en pruebas convencionales era de 6000 kilogramos por hectárea, en forma orgánica, al principio cayeron a 1500 kilos. «Pero luego lo estabilizamos y en los últimos cinco años venimos superando esa barrera de los 6000 kilogramos. Inclusive en la campaña pasada tuvimos rendimientos muy buenos de 8000 kilogramos por hectárea», comentó Sasaki.
Actualmente, la empresa destina 10 hectáreas para este cultivo en su establecimiento de Monte Grande, a 32 kilómetros de la Capital Federal.
Se trata de la especie «japónica», en sus variedades «común» y » glutinoso», que salen procesadas del molino como integral o pulido.
Anualmente produce 80 toneladas que se comercializan en bolsas de 30, 15, 5 y 1 kilogramos, la mayor parte destinada a comercios de venta de alimentos macrobióticos, naturistas y vegetarianos.
Una de las variedades es especial para la preparación de comidas orientales, aunque también están difundidas entre los consumidores argentinos.
Vale aclarar, según este productor, que la especie que comúnmente se produce y se comercializa en el país es la «índica».
La variedad japónica se siembra en octubre y se cosecha en marzo. En la zona tradicional arrocera del país esas labores se realizan en forma muy elástica y depende de la variedad del grano, pero se suele sembrar desde agosto y la recolección puede empezar en enero.
Otra modalidad
A diferencia del sistema convencional, en Monte Grande el arroz no se trasplanta. Se siembra una semilla al lado de la otra en surcos separados a unos 22 centímetros y una vez que germina se inunda el campo y se deja completar el ciclo en el mismo lugar.
Según Sasaki, el precio se maneja en relación con los costos de producción «para que los números cierren», que son mucho más elevados que en el cultivo convencional.
«Nos demanda mucha mano de obra, fundamentalmente en el desmalezado, que se hace todo en forma manual», agregó.
Otros aspectos que encarecen la producción son el agua y la energía eléctrica para las bombas extractoras de agua. «En épocas en las que escasean las lluvias, los equipos de riego funcionan las 24 horas», finalizó Sasaki.